Decía Benjamín Franklin: “La peor decisión es la indecisión” y es que no tomar una decisión en un momento determinado, puede hacer que nuestra evolución se estanque. Y no es eso lo que queremos en absoluto, ¿Verdad?
A veces, sabemos exactamente lo que queremos. Y sin embargo, hay algo que nos impide ir directamente a por ello. Eso hace que nos sintamos frustrados y entremos en un estado de inacción. Vamos posponiendo hacer aquello que nos acerca a nuestra pasión. Cuando esto sucede nos estresamos y sabemos que no estamos haciendo las cosas bien.
La forma más fácil de evitar que esto nos suceda, es identificando los elementos que dificultan nuestra toma de decisiones. Éstos son algunos ejemplos:
Indice
Hábitos y costumbres:
Algunos de nuestros hábitos pueden perjudicarnos a la hora de perseguir nuestra meta. Debemos pensar que nos producirá más beneficio, si perseguir nuestro sueño, o mantener un hábito perjudicial. Decídete.
No saber decir que no:
Hay muchas personas que demandarán e incluso exigirán que les dediques tu tiempo, en su propio beneficio. Haz balance entre lo que tú realmente necesitas y lo que no. No pierdas el tiempo con actividades o personas que no te aportan nada. Tu tiempo es demasiado valioso.
Lo que debes, lo que quieres y lo que te conviene hacer:
Este conflicto puede llegar a paralizarte, pero la clave está en el equilibrio. Debes luchar constantemente por acercarte al él, entre éstos tres monstruos de la demanda. Si lo haces medianamente bien, tu éxito está asegurado.
Aplazar las tareas, postergar objetivos o posponer acciones que sabes que te llevan hacia tu objetivo, puede estar evidenciando una falta de compromiso contigo mismo. La procrastinación (hábito de posponer) produce estrés y ansiedad, porque en el fondo sabemos que tendremos que realizar esa tarea.
Asimismo, esta actitud nos separa de nuestras metas. También hace que perdamos energía concentrándola en actividades triviales, que nada tienen que ver con lo que realmente debemos hacer. Para evitar la indecisión es importante que:
CONFIES EN TI MISMO: Tú sabes perfectamente lo que realmente quieres, y lo que te hace feliz. ¿Por qué no te escuchas y te haces caso de vez en cuándo?
ESCUCHA A TU CUERPO: Nuestro cuerpo es muy inteligente y reacciona ante aquello que nos hace felices. Cuándo lo reconozcas, ya tienes la mitad del camino hecho.
DESAFIAS LAS CREENCIAS QUE TE HACEN POSPONER LAS DECISIONES: No voy a ser capaz de hacerlo, no sé tomar decisiones o voy a fracasar, son todos ellos pensamientos nefastos que debes comenzar a desafiar desde ya.
No postergues aquello que te acerca a tu meta. Cuándo la hayas alcanzado, sentirás que sin duda, ha merecido la pena.
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